martes, 14 de diciembre de 2010

Poker face

Esto es lo que se me quedó a mí el pasado domingo, 12 de Diciembre, en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. ¿La razón? Ya es más que sabida: fui una de las afortunadas en poder disfrutar de Lady Gaga en concierto. Como ya anunciaba en anteriores posts, soy una mega fan de Gaga. Tanto, que compré las entradas allá por Junio.

Entradas falsas aparte, llegué a la plaza de Felipe II como el pipiolo de primer año de universidad, que no sabe muy bien dónde va. De eso me di cuenta una vez iniciado el espectáculo. "Dance in the dark" hizo los trámites para presentarnos a una Lady Gaga fuera de sí. Después, con "Just dance", el público lo dio todo. Entre las anécdotas, cabe resaltar el tirón de gemelos que me dio en la primera canción gracias a la presión que hacían sobre mí los fans histéricos con ansias de protagonismo (dan fe sus móviles).

Y si con algo me quedo del concierto, aparte de la actuación de la estrella, por supuesto, es con los modelitos que llevaban los asistentes. Y sí, te puede gustar su música, pero por favor, no lleves sombrero, que la gente como yo, que no levantamos más que metro y medio del suelo, no ven un pijo. Bueno, pijos sí, que de eso también había. 

Además, comprobé, atónita, que Gaga canta como los ángeles y toca el piano con las botas de diez centímetros. Tanta envidia me ha dado, que ya lo he intentado con el teclado del ordenador.

Y poco más os cuento que no sepáis, dado que ya han salido todas las crónicas al respecto. ¡Ah! Se me olvidaba: casi lloro con "Bad Romance". ¿Se puede ser más freak? ¡Yo quiero ser una superstar!

P.D.: Gracias, amigo Mariano, por regalar al público tan buenos momentos junto a tu amante, de nombre desconocido y camisa estilo Raphael. Sin ti, la espera no hubiera sido la misma. Descanse en paz (la última vez que se le vio fue yendo al baño con su acompañante).